Las páginas tergiversadas y olvidadas de la historia

 

Este año se conmemorarán los 500 años de la conquista de Tenochtitlán por Hernán Cortes y su ejército de castellanos junto con sus aliados, pueblos indígenas como los tlaxcaltecas, que decidieron unirse a los europeos para derrotar a la que fue considerada como una de las civilizaciones más avanzadas y poderosas de Mesoamérica, el Imperio azteca o mexica, que los tenía sometidos obligándolos al pago de dolorosos tributos  (que consistían muchos de ellos en la entrega de personas para los sacrificios a los dioses aztecas) pero  su impacto fue más allá, expandir las semillas que darían su fruto, México.

Como mexicano siempre he sentido un interés particular en conocer más sobre la figura al que Juan Miralles ha denominado como «el inventor de México». Desde mi adolescencia hasta la fecha, este personaje histórico me ha resultado apasionante por la gesta que llevó a cabo y por todos los claroscuros que le acompañan ya que se reviste de distintas facetas al ser un individuo poliédrico (en palabras del historiador español Carlos Martínez Shaw) que sabía articular  y aplicar de forma eficaz técnicas de negociación y coerción paralelamente para conseguir sus objetivos y que haría que su soldado Bernal Díaz del Castillo llegara a considerarlo por el talento que desprendía el oriundo de Medellín,  como un personaje capaz lograr hazañas como las llevadas a cabo siglos antes por Julio César o Alejandro Magno. Es en México donde la historia no le guarda un sitio que merece y todo ello debido a que la narrativa nacional se ha construido sobre la idea de que Cortés ha sido aquel villano que trajo la destrucción en compañía de su gente además de traer enfermedades, llenando la capital azteca de brutales acciones. Este aniversario sobre la caída del imperio nos debe llevar a reflexionar a los mexicanos sobre la figura de Cortés y encontrarnos frente a frente con él. Esto debemos hacerlo de la mano de una historia que haga el esfuerzo por ser neutral, crítica y rigurosa que explique el proceso histórico,  permitiendo verlo de forma objetiva, eliminando prejuicios y que expulse sesgos que nos permitan poder hacer una interpretación y un juicio claro sobre su imagen y su papel. Para comprender lo que hacía y el por qué de ello, debemos verlo como lo que era, un conquistador renacentista y entender sus pensamientos y movimientos en el contexto del siglo XVI inmerso en la lucha entre potencias europeas, la conquista de nuevas tierras y el encuentro de civilizaciones. Debemos abandonar ideas anacrónicas que únicamente nos hagan retroceder y caigamos en el ridículo como por ejemplo, la petición del presidente de México sobre el que la Corona española pida perdón por la conquista. Existe una propuesta conciliadora como la que José Luis Martínez nos ofrece en su obra biográfica sobre Hernán Cortés, que nos aleje de lugares comunes y mitos que giran en la conciencia colectiva mexicana. Si queremos una reconciliación entre pasado y presente, en primer lugar debemos entender que Tenochtitlán no es México y por lo tanto, Cortés debe formar parte de esa reconciliación nacional, elemento fundacional de lo que hoy es nuestra nación. No hay otra opción.

Eso brevemente por lo que toca a México, pero ¿Y España? Bajo mi punto de vista la figura de Cortés ha sido abandonada por su sistema educativo. Es llamativo e inquietante que se desconozca quién ha sido Hernán Cortés para las nuevas (y no tan nuevas) generaciones en España, ya que muchos no imaginan lo que él y su habilidad diplomática, política, militar y estratégica le otorgó al Reino de España, nada menos ni nada más que el rico territorio americano que sería bautizado como la Nueva España. Empresa de difícil adquisición. A mi juicio, las lecciones de historia que se dan a los alumnos españoles sobre Cortés parece que lo único que se desea es pasar de refilón el contenido, lo mencionan, pero ya está. Desde esa perspectiva educativa no es posible que los españoles comprendan el legado de Cortés fuera de la imagen propia de un conquistador que, al igual que los mexicanos, están llenos de clichés e incluso, en ocasiones llegan al extremo de verlo como un genocida. Sospecho que la leyenda negra tiene un peso importantes en las conciencias españolas en la manera en la que se estudia la historia de esa época y lo que interesa entender de ella. Cuando se desconoce precisamente ese el legado histórico de Cortés, se llegan a escuchar verdaderas barbaridades como las que dijo el actor español Javier Bardem (que por cierto, estaba en un proyecto para dar vida al conquistador) que lo único que delata y afirma en expresiones de este tipo es que la ignorancia es muy atrevida.

Sevilla fue su última parada, ciudad que visitaría Cortés ya que moriría a unos kilómetros de esta, en la localidad de Castilleja de la Cuesta, pueblo del Aljarafe sevillano en 1547, pero sus restos serían trasladados a la Ciudad de México donde actualmente se encuentran. 

En este siglo XXI Cortés debe ser visto como un patrimonio histórico intangible de España pero también lo debe ser de México. No hay vencedores ni vencidos, hay mexicanos y españoles. No más tergiversación ni olvido. Los pueblos hermanos ya no lo admiten.


Cortés soy, el que venciera 

por tierra y por mar profundo

con esta espada otro mundo,

si otro mundo entonces viera.

Di a España triunfos y palmas. 

con felicísimas guerras

al rey infinitas tierras

y a Dios infinitas almas.

Lope de Vega



Imagen: Pintura de José Salomé Pina (oleo sobre lienzo) / Copyright de la imagen ©Museo Nacional del Prado

Imagen de portada:  Venita Oberholster en Pixabay



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