De los argumentos a los insultos: la polarización y vulgarización de la vida pública
El pasado miércoles 27 de agosto la tribuna del antiguo Senado en México durante la sesión de la Comisión Permanente se convirtió por momentos en una arena de lucha libre, pero lejos de quedar en una anécdota o chisme político, la clase política ha demostrado y confirmado cómo se ha degradado la vida pública en México, convirtiendo a la política en un espectáculo vulgar.
La polarización es un fenómeno mundial que desactiva la razón y la sustituye por la emoción afectando a la vida
institucional de un país, dividiendo a sus ciudadanos, enervando y generando conductas violentas en las personas que las ubicaría en posiciones extremas dando
como resultado, una degradación de la calidad de la vida y el debate público y
eso es lo que hemos visto esta semana en México. El elemento utilizado es el insulto que sustituye al debate y la vulgarización hace lo propio erosionando la calidad democrática de un país.
¿Pero cuándo se polariza una sociedad o cómo se produce este
fenómeno? La investigación por parte de la Ciencia Política y otras disciplinas sobre la polarización identifican varios subcomponentes como son la de tipo ideológica y la afectiva, esta última principalmente es perjudicial para el debate de la cosa pública y la salud de la democracia. Al calor del debate parlamentario y la temperatura ideológica, la
política moderna a través de narrativas promovidas por líderes irresponsables, demagogos, que con la
intención de fragmentar dividen a la sociedad e inoculan una visión maniquea de "buenos y malos", su obsesión por debilitar al oponente y sacar rédito electoral, articulan y desarrollan recursos retóricos cargados
de clichés, propuestas “salvíficas” para la nación y lograr así, la aceptación de una parte de los ciudadanos aprovechando la coyuntura y el descontento de la sociedad harta de los contextos políticos en los que vive.
Desde una panorámica histórica, en México, los conflictos políticos
no son algo ajeno ya que años clave como 1968, 1988, 1994 o 2006, perviven en nuestra memoria, pero habría que distinguir aquellos momentos en los que la confrontación se centraba en el debate ideológico y no como en este tiempo donde la polarización se ha personalizado, amplificada por los medios de comunicación y las redes sociales. En política mediante acciones y comportamientos que promuevan y protejan el pluralismo, las
ideas opuestas a la visión del mundo que los actores políticos tengan deben ser rebatidas, argumentadas y combatidas siempre desde un marco institucional ya que no se tiene ni porqué estar de acuerdo e incluso en
un marco democrático, respetarlas, pero con una condición, a la persona sí. Todo el respeto para ella. Esto se ha vulnerado traspasándose la fina línea del respeto para ver al otro no como
adversario sino como enemigo y en eso el gran artífice es el expresidente de
México, Andrés Manuel López Obrador, AMLO.
Desde que AMLO llegó al poder tanto en la Jefatura de la Ciudad de
México y continuó cuando llegó a la Presidencia, construyó e introdujo un lenguaje populista para la denostación de la persona, no a las ideas
o a los partidos, todos los días desde el púlpito público todas las mañanas tanto en aquella
época, como de candidato y ya como presidente, convertiría a las instituciones
como recintos de confrontación utilizando los medios públicos en contra de sus oponentes. Insultos, calumnias,
filtraciones, golpes bajos, todo a cambio de destruir al otro y eso, no se veía
en la dinámica política hasta entonces en México. Las instituciones servían como escenarios para la descalificación personal y el estilo presidencial sería el de confrontar y polarizar todos los días. Es en ese momento donde el escándalo vendería más que el argumento y debido a esto, los políticos para llamar la atención tenderían a recurrir al show. Las mañaneras del presidente y que la actual presidenta reproduce, vulgarizan y envenenan a los ciudadanos utilizando las cámaras y la lógica mediática y las redes sociales contribuirán a reforzar estas actitudes nocivas.
Las mañaneras son el instrumento claro por donde transita el odio y el rencor.
Las consecuencias sociales son claras y se pueden comprobar en la manera en la que se han normalizado el insulto y el desprestigio al que piensa diferente convirtiéndolo en algo cotidiano, replicándose los modelos de actuación y comunicación en la sociedad para extender la polarización en redes y vida diaria con las etiquetas de "amlovers", "fifis", "aspiracionistas", "chairos y chayoteros", etc. El debilitamiento institucional es evidente en la pérdida
moral de sus representantes políticos, los legisladores por ejemplo. El desgaste democrático provoca que la ciudadanía se
desencante y pierda la confianza en sus políticos creyendo que es un circo y se radicalicen las posiciones.
¿La polarización es inevitable en una democracia plural o puede
mitigarse con mayor peso y participación de sus ciudadanos?
Cuando los políticos convierten al Congreso en un espacio de
vulgaridad, golpes e insultos, no solo se pelean entre ellos, degradan la vida
pública de todos sus ciudadanos, en este caso, de todos los mexicanos.
Aquí les dejo la imagen de lo sucedido. Juzguen ustedes.
📸 Imagen: TV Azteca
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