El extranjero y el mercado de trabajo en España
Una de las políticas públicas que cobra mayor importancia es aquella
que trata sobre el fenómeno social complejo que es la inmigración y su
integración en la sociedad receptora. La OCDE ha publicado un informe comparativo sobre este tema destacando la importancia que tiene la contribución
de los extranjeros a la sociedad de acogida, pero también, los retos a los que
el colectivo se enfrenta.
Sabemos que una sociedad se enriquece cada vez que abre sus
puertas y permite una integración (regulada, desde luego) por parte del que
viene de fuera, generando una simbiosis en el que sus resultados no únicamente
se visualizan en el plano económico sino también, en el enriquecimiento
cultural mutuo y en la forma en la que los extranjeros se adaptan a su nuevo
contexto. Es en este sentido en el que muchas veces el inmigrante encontrará un
desigual manejo en las relaciones entre este y el denominado “nativo” o
ciudadano nacional.
Es muy interesante lo que revela el informe en el que su
análisis se realiza a través de varios indicadores que intentan explicar la
situación de la población inmigrante en cada uno de los países miembros, desprendiéndose
información sobre sus características pero a su vez, señalando en algunos
casos, que el hecho de ser extranjero (especialmente los que no pertenecen a la
UE), supone una limitación a su desarrollo social, dificultando en ocasiones su
inclusión en la sociedad receptora
debido a que no encuentran las oportunidades necesarias para su avance social
como en el caso del colectivo inmigrante en España. Entre los indicadores que
maneja la organización quisiera centrarme en el que trata al mercado de trabajo, desglosado, por
ejemplo, en varios subindicadores como son el desempleo, desempleo de larga
duración, nivel educativo del trabajador, la sobrecualificación laboral, etc. Estos datos muestran la gran
desigualdad existente entre los españoles y los extranjeros, quedando
evidenciada esta circunstancia en la más que lamentable tasa de desempleo de
España, la segunda más alta de las economías avanzadas que corresponde al 13%
mientras que para los extranjeros está en el 22 %, nueve puntos encima. Cifras
inaceptables para ambos casos sobre todo por ser la economía decimosexta a
nivel mundial.
Es llamativo el apartado del nivel educativo, factor que potencia el capital humano para el
desarrollo económico, señalando que los extranjeros con bajo nivel académico
serían la parte que aglutina al mayor número de los inmigrantes, dato más alto
que los que tendrían una educación elevada (37,9 vs 29), dato que
coincidiría con los diagnósticos sobre la economía española (Banco de España) que
señalan que su sostenimiento estaría en sectores de baja productividad influidos
por varios elementos y entre ellos estaría precisamente el nivel de baja formación
en uno de sus factores productivos como sería el factor trabajo o fuerza
laboral (empleados pero también, empresarios y autónomos). A diferencia de
otros países desarrollados, el mercado de trabajo español estaría atrayendo a
extranjeros para ocupar puestos de baja productividad, baja remuneración e
inestabilidad laboral. En línea con esto, el indicador de las competencias profesionales que divide en dos tipos de empleos,
alta y baja cualificación, para los extranjeros empleados en trabajos de baja
cualificación para España correspondería al 26 % frente a los de la UE que
estaría en el 19 % y la OCDE al 15,6%. El lado opuesto sería para los puestos
de alta cualificación ubicando a España en el 19,4 % mientras que para la UE
sería el 32 y la OCDE el 36,9 %, es decir, más de diecisiete puntos. Una
diferencia muy grande. La sobrecualificación,
otro de los indicadores que vendría a reforzar el dato sobre la situación de la
población inmigrante en el que el 52 % de los extranjeros con alto nivel
académico estaría ocupando puestos que no corresponden a su nivel de formación
(empleo desencajado) frente a los españoles que estarían con un 34 %, por
encima de la media de la OCDE (32 %) y de la UE (20 %) respectivamente. Si se
considera al hecho de disponer un alto nivel educativo como herramienta
necesaria para acceder a mejores oportunidades de empleo (de calidad), ser el
escudo contra la pobreza relativa y de movilidad social, esto no se cumpliría
con los inmigrantes creando una brecha muy acentuada entre estos y los
ciudadanos del país. Las condiciones de vida de los extranjeros en el territorio español
(apartado susceptible para otro artículo), dan testimonio de la dura situación
en la que viven por la exclusión social a la que se ven sometidos y el ejemplo
es la alta tasa de pobreza en la que se encuentran por carecer de
oportunidades.
Los grandes problemas del empleo que sufre España dibujan un
escenario en la que el extranjero se encuentre en una situación de enorme fragilidad
respecto a su futuro socioeconómico y por supuesto, personal. De acuerdo al
informe, uno de los aspectos esenciales para la integración del inmigrante
corresponde precisamente al acceso a un puesto de trabajo que le permita
desarrollarse. Es una tarea a la que el gobierno español, empresas y
organizaciones de la sociedad, elaboren propuestas (transversales), cada uno
desde sus ámbitos de actuación y lograr así, una mayor inserción social a uno
de los grandes fenómenos sociales como son los flujos migratorios.
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