Familia, Sociedad y Democracia
En estos días en los que el barullo y toda la verborrea de la política e imágenes de la violencia de Cataluña inundan los noticiarios, programas y demás espacios multimedia como prolegómeno polarizador de las próximas elecciones en España, existen asuntos que siendo de una delicada y urgente atención pasan a segundo término, como es por ejemplo, la sociedad, su situación económica y social y sobre todo conocer cómo se encuentra su célula fundamental, su institución natural y básica por excelencia, la familia.
La OCDE en su apartado Familiasy niños indica que “Las familias son
la piedra angular de la sociedad. Desempeñan un papel económico central, son un motor
crucial de solidaridad y brindan protección y seguridad contra las dificultades. Las
familias ofrecen identidad, amor,
cuidado y desarrollo a sus miembros y forman el
núcleo de muchas redes sociales”, mientras que La Declaración Universal de los Derechos Humanos en su artículo 16 indica que "La Familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado". Definiciones impecables.
La vida social y su organización y funcionamiento, multidimensional en su naturaleza y su funcionamiento complejo, precisamente por las características propias de los seres humanos en su comunidad a la que denominamos «Sociedad» y su núcleo, la familia, componen la razón que deben regir las energías de los actores políticos. Es en este contexto en el que la reflexión sensata y un análisis con intensa lógica resolutiva, corresponderían al motor de las acciones de los políticos españoles, los cuales, no están por la labor y se encuentran ajenos a esta realidad y quizá, ni siquiera sepan interpretarla, por la carencia provocada por una visión que únicamente se centra en la búsqueda del poder eliminando así cualquier discernimiento para la solución de los problemas y conocer sus causas. Pongo algunos ejemplos.
La vida social y su organización y funcionamiento, multidimensional en su naturaleza y su funcionamiento complejo, precisamente por las características propias de los seres humanos en su comunidad a la que denominamos «Sociedad» y su núcleo, la familia, componen la razón que deben regir las energías de los actores políticos. Es en este contexto en el que la reflexión sensata y un análisis con intensa lógica resolutiva, corresponderían al motor de las acciones de los políticos españoles, los cuales, no están por la labor y se encuentran ajenos a esta realidad y quizá, ni siquiera sepan interpretarla, por la carencia provocada por una visión que únicamente se centra en la búsqueda del poder eliminando así cualquier discernimiento para la solución de los problemas y conocer sus causas. Pongo algunos ejemplos.
1. España según la OCDE basándose en el Coeficiente de Gini (que es un indicador objetivo que mide la
desigualdad en una sociedad entre ricos y pobres) sobre la renta disponible, es
decir, sobre los ingresos familiares, señala que España se encuentra por debajo
de la media de los países de la organización. Por tanto, las familias se encuentran en mayor desigualdad social.
2. La distribución de niños en hogares en los que todos
los miembros trabajan, la media de la OCDE está en 56 % mientras que en España
este dato se ubica en el 48,7 %. En los casos en el que todos los adultos están parados, el dato de la media de la
organización se encuentra en el 9,6% mientras que España está en el 12,2 %, es
decir, dos puntos y medio más. Por tanto, las familias están en un escenario de vulnerabilidad por el alto nivel de desempleo que existe.
3. La fertilidad no hay ni dónde ni cómo levantarla, ya que España actualmente tiene uno de las tasas más bajas en nacimientos que corresponde al 1,31 como
número promedio de niños por mujer cuando en la OCDE el dato medio es de
1,7 niños. Se ha pasado de tener 3 hijos
en el año 1970 a tener como máximo 1 niño, la mitad. Es llamativo cómo se ha producido un acelerado descenso e incluso, es superior al de países como el Reino
Unido o Estados Unidos. Por tanto, natalidad nula.
4. Según la OCDE, la tasa relativa de pobreza en relación con
los ingresos para la población y en concreto con los niños ubica a España con
tasas muy elevadas ya que la organización indica una media del 11,8 % para la
población y un 13, 4 % de los niños en pobreza, mientras que para la población
española 15,3 % y para los niños un 22,1 %, cerca de nueve puntos más.
Por tanto, alto
nivel de pobreza infantil.
5. ¿Y del Capital Social en España qué podemos decir? En este
rubro también salen datos insuficientes (por no seguir diciendo malos) ya que
la OCDE cifra de acuerdo a la proporción de personas que se involucraron en una
organización social como voluntarios en España un 17 % siendo que la media de la organización está en 24
% y ya no se diga para la gente joven el de militar en un partido político,
porque el dato cae al 4 %, el más bajo de todos junto con Polonia. Bajo capital
social que conduce a un desconocimiento sobre la importancia de las instituciones sociales en una
democracia. No hay fortaleza en la transmisión por parte de las familias ni de las autoridades sobre el hecho de participar en organizaciones sociales y de sus beneficios para todos.
6. La tasa de los jóvenes comprendidos entre 16 y 29 años que
ni trabajan, estudian ni se forman (NEET que son sus siglas en inglés) corresponde al año 2017 al 19, 9 % mientras
que la media de la OCDE es del 13,2 %. Alto abandono escolar y caída de
expectativas en la vida personal y contribución hacia su sociedad.
A mi juicio, la situación española no puede esperar más, la gravedad
apremia y exige respuestas inmediatas. Es tiempo de tomarse en serio la política y aplicar
las medidas necesarias para enfrentar esta situación y no perder más el tiempo
y seguir jugando al “parlamentito”. Atender las prioridades y además, buscar soluciones, exigen un compromiso real y no retórico pero lamentablemente en el contexto en el que las elites políticas son de baja calidad, parecería como buscar agua en el desierto.
Una democracia fuerte requiere que sus ciudadanos entiendan y se comprometan con el valor cívico hacia el resto de miembros de su sociedad, pero esto debe promoverse desde la primera institución, los propios hogares, y estos a su vez, deben tener las garantías básicas para su desarrollo social. Quizá sea una expresión tautológica pero no hay democracia sin sociedad y no hay sociedad sin familia. Ver niños jugar y ser felices al lado de sus familias con una adecuada protección económica, es el mejor elemento para una sociedad del futuro, del bienestar y de la democracia.
Imagen de Jill
Wellington en Pixabay
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