¿Reforma electoral o incapacidad política?
En el artículo anterior comenté acerca de los gobiernos parlamentarios y las modalidades que surgen de sus respectivas asambleas legislativas, factores a tener en cuenta para conocer cómo será la capacidad y eficacia gubernamental a lo largo de su legislatura, conceptos no atendidos por los actuales políticos españoles.
La semana pasada los medios de comunicación de
España publicaban que tanto el presidente, Pedro Sánchez, como el líder de la
oposición, Pablo Casado, intercambiaban coincidencias y proponían modificar la
ley electoral para evitar bloqueos, sí, bloqueos. La Política como actividad social y objeto de estudio de
la Ciencia Política, no es un
concepto de fácil manejo por su carácter polisémico, difuso, multidimensional, pero si deseamos realizar una aproximación para comprender de manera más
sencilla podríamos decir que trata sobre “las
relaciones de poder entre individuos, instituciones y normas que las regulan,
permitiendo afrontar los retos y conflictos que conlleva la interacción humana
y los objetivos a los que están orientados”. Dentro de todo proceso político que aborde los conflictos encontraremos a la negociación como una forma empleada para solucionarlos.
Hacer política, permítanme lo simplón y lo redundante pero es
hacer política, negociar. Aunque sea parte de una estrategia, la idea de cambiar las
reglas electorales como forma de solución ante un posible bloqueo y poder
gobernar, no está fuera del imaginario político, pero lo peor, es que desnuda su incapacidad de negociar y convencerse
mutuamente para lograr los pactos o
acuerdos necesarios para constituir un gobierno que permita que España haga
frente a los desafíos que como país tiene. No llegan a tener la altura
suficiente de lo que se esperaría al pronuncia la expresión “políticos” y
sencillamente, expectativas tiradas a la basura.
El sistema electoral español bajo la fórmula D´Hondt ha permitido lograr los
resultados esperados para que funcionara su sistema político y aunque haya
beneficiado a los partidos de mayor tamaño y sea un sistema menos proporcional al
resto de proporcionales, ha conseguido
la gobernabilidad necesaria además de otorgar voz a las minorías asignándoles escaños o curules. En el pasado parece que sí funcionaba y ahora
dejó de hacerlo. PP y PSOE cuando ganaban, no les preocupaba la ley como ahora,
pero desde que han dejado la comodidad que ofrecen las mayorías unipartidistas, parece que sí. Cuando se sale de
la zona de confort se buscan remedios aunque sean parches.
La política es un asunto muy serio y resulta
increíble el no hacer un esfuerzo por comportarse como hombres de Estado. Cuando
se tiene la lengua muy larga y se lanzan vetos
y bloqueos electorales, hace que uno
se convierta en prisionero de esa lengua. Quizá la Transición española y su Constitución
tuvieron éxito en el modelo de país que buscaban para salir de su pasado y refundarse,
pero quizá queda una asignatura
pendiente, formar hombres y mujeres comprometidos por el bien común de su
patria, que comprendan y se convenzan que una democracia es más que ir a votar
y ser elegidos, es un sistema que te permite responder a los conflictos
(elemento necesario para que funcione una democracia) bajo tus reglas de juego
y que estas te indiquen cómo seguir jugando y las alternativas que se tienen. No
entender el juego es no entender cómo funciona una democracia y lo único que delata
es una pobreza de los protagonistas políticos que lo están jugando.
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