Gobierno sin oxigeno
Después
de las elecciones estadounidenses en las que ganó Donald Trump, el portazo dado
por los mexicanos a la credibilidad y por tanto, la confianza al gobierno que
encabeza el presidente Peña Nieto, sumado a la medida del aumento de la
gasolina, contribuyó a la erosión del estrecho margen de maniobra que disponía
hasta entonces, dejándolo como un gobierno sin oxigeno y hundiendo las expectativas
electorales de su partido, el PRI.
En
estas circunstancias, un gobierno agotado, un presidente, el cual, aproximadamente
de cada diez mexicanos, nueve no confían en él y donde los desafíos que se
ciernen sobre el país debido a la magnitud de estos, requieren toma de
decisiones bien pensadas para su ejecución y poder enfrentarlos, se
encuentran con medidas irrisorias, sin sentido (lógico si me apuran) y como
ejemplo de ello queda el anecdótico regreso de Luis Videgaray ahora convertido
en Secretario de Relaciones Exteriores. Decisiones así, únicamente traerán mucho
efecto mediático pero poca efectividad política a largo plazo.
De
acuerdo con la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en su
artículo 86 señala que, “El cargo de
Presidente de la República sólo es renunciable por causa grave, que calificará
el Congreso de la Unión, ante el que se presentará la renuncia”, esto
quiere decir, que en el sistema político mexicano el hecho de despedirse de la
silla presidencial es poco probable debido al blindaje constitucional que solo acepta
la renuncia bajo el supuesto de “grave”, delegando a las cámaras del poder
legislativo a dar su evaluación, entendiendo que de ninguna forma la figura de
dimisión (sin tener que recibir autorización parlamentaria) o el juicio
político como en los EE.UU. (Impeachment)
se encuentra bajo el texto supremo del ordenamiento jurídico mexicano,
entonces, si no es posible su marcha ¿cómo puede liderar el país alguien con una aprobación ubicada en la posición más baja que se tiene registro? Capital político desmoronado.
México al igual que
otras muchas democracias en el mundo, se enfrenta a comportamientos y fenómenos
antipolíticos que de manera general constituyen riesgos al modelo de la democracia
liberal, pero existe un concepto vital que es la legitimidad, sustancia que va
más allá de la visión electoral y encaja tal como lo definió Juan Linz, “un amplio apoyo a un gobierno, especialmente
más allá de los que le apoyan con su voto, es muy probable que contribuya a
reforzar la legitimidad” (Linz, 1995).
Este gobierno se encuentra en la recta
final de su mandato pero a lo largo de él, se topó con una serie de escándalos
e información opaca, esto agregado a todos los problemas públicos que aparecieron y no tuvieron respuesta, aunado a una opinión pública enemistada con
sus acciones y una proyección internacional en declive.
El oxigeno parece consumido antes del 2018, pero aún vendrán más cosas.
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