¿Corre peligro la Democracia Representativa?


Cuando se habla de “Democracia” se cae en la dificultad muchas veces de poder definir de forma concreta su noción y para poder comprender realmente el significado es necesario conocer el contenido que la define, es decir, hacerlo desde un marco conceptual multidimensional en el que conviven elementos  diferentes respecto a sus bases normativas y sobre esto, nos permitan distinguir acerca de sus formatos, modelos y llegando al punto final que es el análisis de la “Teoría de la Democracia”.


Dejando a un lado el carácter abstracto que pueda tener la definición,  de forma más explícita y sencilla extrapolándolo al lenguaje cotidiano (aclarando que no se debe caer en simplificaciones) se puede señalar como el “orden político en el que la soberanía es ejercida por el pueblo”, pero esta soberanía se ejerce de forma indirecta, esto es  por sus representantes en el que  sus ciudadanos los eligen para que les gobiernen,  y siendo a ellos a los que se les exigirá una rendición de cuentas por sus acciones emprendidas,  es decir, hacerlos responsables de ellas. Además de esto, la autoridad gubernamental en todo momento estará controlada bajo la ley y será fuente de principios. Estamos hablando por supuesto de la democracia representativa, la democracia que permite la denominación del Estado liberal democrático.

Pero parece que esta forma de democracia no pasa por sus mejores horas y se encuentra herida en la actualidad. Alrededor del mundo un sentimiento de desesperación, decepción y de pérdida de credibilidad en el quehacer de los representantes políticos está impregnando todas las capas de las “sociedades abiertas”. El cuestionamiento sobre el papel que se realiza por los políticos, afecta a la estructura básica de la democracia representativa y surgiendo los que pregonan un cambio (y a ser posible radical) para darle la verdadera voz “al pueblo”. Sartori, con su brillante y aguda mente, nos puso en alerta de las trampas que se intentan tender para embaucarnos confundiendo mediante el uso de aspectos terminológicos, realistas o perfeccionistas. La crisis por la que atravesamos abarca no solo el aspecto económico sino político por no decirlo institucional, y esto ha servido de caldo de cultivo para que renazcan los engaños y así ofrezcan  una alternativa a la representación o simplemente, que el debate se centre en que las partes sustituyan al todo. 

Es obligación de todos cuidar la democracia en su variante representativa, apoyarla y desde las elites políticas contribuir en la mejora de su calidad pero eso sin perder el rumbo sobre lo que es su esencia, sobre los pilares en los que descansa y los valores que expande y que se deben interiorizar cada vez más, y no caer en tentaciones de formas que se basen en lo que se consideran "subteorías" o en otras formas de dominación política. Es fundamental que quede claro cuál es y en qué consiste la relación "bidireccional" entre representantes y representados, y entender sobre todo que los primeros aunque actúan en interés de los segundos y haciéndolo en todo momento con sensibilidad, la discreción y sobre todo el discernimiento  se debe llevar a cabo por parte de estos para cumplir con su mandato. El representante puede ejercer en determinado momentos una omisión sobre las demandas ciudadanas pero siempre haciéndolo bajo la estricta y rigurosa explicación del por qué de su actuación, y es aquí donde hay que mirar al otro actor básico que es el representado y es en él donde se debe  materializar el juicio y la acción pero de acuerdo con su comportamiento, ha demostrado apatía, desinformación, y sin una actuación racional de sus actos. Entonces ¿Cómo poder emitir un juicio o una evaluación sobre los actos llevados por el representante si no contamos con los recursos necesarios para ello? ¿En verdad podemos determinar si es bueno o malo su desempeño si no existe la habilidad que nos permita tener un criterio para calificarlo? Hay que darles la oportunidad pero eso no significa darles un cheque en blanco. Exigir sí, pero participar también.

En definitiva, a pesar del duro embate al que se está viendo sometida la democracia  indirecta - democracia electoral - se puede decir que ha aguantado bien el desafío y hay que señalar que por ahora no corre peligro pero eso no le exime de los riesgos que puedan aparecer pero mientras tanto, no me cabe duda (según mi perspectiva) de que la mejor manera de la que se han dotado los seres humanos desde su origen para ser gobernados en igualdad de condiciones es sin lugar a dudas, la democracia representativa, la democracia liberal. Es entonces el momento en el que nos debamos comprometer en seguir en el camino que nos conduzca siempre a ella y no cambiar de vía.



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