¿Debe marcharse del Gobierno de México el secretario de Gobernación?
Sobre esta cuestión que hago mi respuesta sería “si”, y estos son los argumentos que considero, motivos suficientes para que el actual secretario dimita como primera figura. En primer lugar, es el responsable de la política interna del país y por lo tanto un acontecimiento de la magnitud como ha sido la fuga de uno de los criminales más buscados en México y en el mundo, el famoso capo de la droga “Chapo” Guzmán, después de haberlo capturado dos veces y por tanto su segunda escapada, no merece otra señal del secretario Osorio.
El presidente Peña Nieto debe
reflexionar (si es que ya lo ha hecho) y entender que la democracia no solo
descansa en el “debe ser” sino completarse con su práctica en el “es”, es decir,
la democracia no solo lleva un componente normativo sino debe ser puesto en práctica para
hablar de que estamos ante una democracia y hacer uso del componente “hechos” como señalaba Sartori en su
definición (prescriptiva y descriptiva)
y esto comporta de un elemento interiorizado, un “ethos” que
debe existir en los representantes políticos para hablar entonces de
comportamiento democrático (y responsable), y si esto no se cumpliera, estaríamos ante una llana y simple actuación, un
maquillaje, una farsa. El actual secretario y el presidente tienen que aplicar
la “accountability”, ya que deben admitir que esto supone un fallo tremendo y sus consecuencias deben alcanzar a los máximos cargos políticos y no basta
con cesar a los responsables de la institución penitenciaria. Un fallo de ese
calado no debe pasar por alto la destitución de los que manejan la política interna y la seguridad
del país. En las democracias modernas, acciones de este tipo conducen a
dimisiones sin pensarlo dos veces, esto es, de inmediato.
Esto lo señala bien el ex
secretario de Relaciones Exteriores de México, Jorge Castañeda, haciendo una
alusión sobre ¿“quién es el que debe pagar los platos rotos”? Lo sucedido en
México señala varias cosas que hay que analizar pero lo que deja claro es que
el actual sistema de seguridad no ha hecho más que el ridículo y se ha derrumbado
la retórica de la efectividad policial y la procuración de justicia.
Quedan varias interrogantes y una
de ellas es la de ¿por qué no se extraditó a los EE.UU.? El gobierno y el
presidente Peña Nieto tienen que hacer frente a una enorme crisis que puede ser
un tsunami en sus expectativas, mientras tanto ¿para cuándo queda libre la
silla de Bucareli?
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